Reflexiones... El espíritu Escort, y el alma de Puta. (General)
Atención: antes de que leas el resto de este mensaje, debo informarte que, a diferencia de aquellos textos a los que estas acostumbrado a leer de mi, en este no encontrarás sarcasmo, ni doble sentido. No encontrarás una reseña, ni un ataque, ni una defensa.
Este texto, es el primero de una serie de ideas que empezaron a revolotear en mi alrededor, y que he querido compartir en este espacio, para quien quiera leerlas. No es obligatorio que las apruebes, no es obligatorio que concordes con ellas, simplemente están aquí, porque quise ponerlas y, mientras el Web master de este foro lo permita, de vez en vez lo haré.
Como una atención a quien no quiera leer estos textos, colocaré al principio de ellas (en el titulo) el mensaje reflexiones, para que puedas saltarlas sin preocupación. Ninguna lleva una intención particular, ni ánimo de agredir a nadie (raro en mi, lo sé); tampoco pretende ser un análisis profundo de ningún tema en particular, son, como su nombre lo indica, pequeñas reflexiones que van surgiendo en momentos de ocio, donde dejo fluir libremente los dedos por el teclado.
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A lo largo del poco tiempo que llevo de paso por este mundo (unos pocos años, nada más), me he percatado de la forma terrible en que se ha venido desvirtuando el espíritu de una Escort.
Leo desde hace años los foros y, me doy cuenta que, aunque somos muy elegantes al referirnos a una sexo servidora como escort, la gran mayoría de ellas, no lo son.
Originalmente, una escort era, simplemente, una dama de compañía, una persona que nos cobraba por el tiempo que se dedicaba a nosotros; por ejemplo, remontándonos a tiempos inmemoriales las Geishas del antiguo Japón, que aún hoy han dejado paso a las prostitutas que, aprovechando el deseo occidental de sexo místico, han dado en usar el termino, la indumentaria y las costumbres de las Geishas para aprovecharse de la ingenuidad occidental y vender su sexo al mejor postor, o simplemente al borracho de ocasión.
Antiguamente, las Geishas, eran expertas en costumbres altamente refinadas, en artes como la música, el baile y la pintura, sobre todo, en el gran don de la escucha, y en brindar a sus clientes, una inmejorable compañía.
De este mismo modo, las escorts occidentales modernas, surgieron en un inicio, de la misma forma y con el mismo fin. Apoyar a grandes ejecutivos en reuniones de negocio donde no era cómodo o bien visto que el personaje en cuestión asistiera solo, o en eventos donde simplemente, él deseaba algo de compañía.
Con las relajadas costumbres occidentales (mucho más que las orientales en ese aspecto), se comenzó a volver una costumbre el que, después de que la escort acompañara al individuo a cumplir con aquellos momentos de compañía, el contrato culminara con una compañía mucho más íntima, personal, por así decirlo.
Al paso del tiempo, se ha ido desvirtuando a tal grado, que hoy, en pleno siglo 21, en la era del Internet, en diversos portales la oferta de seudo-escorts prolifera como crías de conejo, encontrando cada día más páginas, agencias, casas, etc. En todo el mundo.
Esto no es malo propiamente dicho, el sexo es algo maravilloso, y el Internet no podía quedarse fuera de lo que se considera como el oficio más antiguo del mundo (después del de mujer engañada). Sin embargo, los clientes, y algunas de estas seudo-escorts, han olvidado algunos puntos medulares de los que esto significa.
Por ejemplo, hace unos momentos, leía el dilema de un cliente respecto de pagar o no, las horas de compañía, después de que el tiempo de sexo no fue el tiempo total que estuvieron juntos, hubo quien le sugirió incluso, que solo pagara por el sexo y no por la compañía. Si consideramos que el trabajo de la dama (Escort o sexo servidora), lleva implícito el pasar un tiempo con nosotros, entonces lo correcto sería pagar por todo el tiempo que pasaron juntos, pues el cliente realmente por lo que paga, es por un servicio de compañía, que incluye sexo.
Sin embargo, si el acuerdo pactado es simplemente por una dosis o ración de sexo, entonces no habría la responsabilidad moral de pagar el tiempo de la compañía, pues no se estaría pagando por un servicio escort, sino por una prostituta/puta/sexo servidora, o como gusten referirse a ella.
Trágicamente, el mercado de escorts, al menos en México, es extraordinariamente limitado pues, pocas son las que gozan de una cultura digamos, promedio, que les permita realmente actuar como acompañantes. Y lo digo sin un afán agresivo a ninguna en particular, pero, si lo analizamos con cuidado, a pesar de que hay verdaderas esculturas corporales dentro de la oferta actual, en muchas ocasiones esta belleza se ve terriblemente opacada en cuanto la escort en cuestión, abre su linda boquita y sale algún comentario como(y me ha pasado): no manito, le hablé a la güey, y como anda en la pendeja con su güey sería harto divertido ver esa conversación entre la susodicha escort, y digamos, la esposa de nuestro jefe, o en la fiesta de aniversario de nuestro principal cliente, etc.
Sé que ante este comentario, lo primero que me dirán será algo como: no chingues, como la llevarías a tu oficina, o con tu jefe, o con tus clientes, pero lamentablemente, la esencia de un servicio escort es ese, poder servir como compañía en ese tipo de eventos y momentos.
¿Ahora entienden a lo que me refiero con que se ha desvirtuado>
Otro punto medular que debe estar presente en el servicio de una escort, es la discreción, una auténtica escort, debe ser lo suficientemente corta de memoria como para que, una vez concluida su labor se olvide de cualquier dato comprometedor de su cliente: nombre, teléfono, y cualquier aspecto de su vida que el cliente haya decidido compartir o ventilar en oídos de la escort.
Esto es básico e importantísimo, por la sencilla razón de que vivimos en una sociedad dual e hipócrita que ve con pésimos ojos estos momentos de sano esparcimiento, y una indiscreción puede resultar en un problema tal, que implicaría desde algo tan sencillo como la quiebra de una multinacional, hasta algo complejo y aterrador como una guerra nuclear en casa (si no lo creen, pregúntenle a alguien casado).
En conclusión, se ha perdido la esencia original de lo que resulta ser escort, al punto tal que las verdaderas escorts, han olvidado lo importante de su papel en esta sociedad, y se han limitado a ejercer el oficio de sexo servidoras, sin mayores aspiraciones que el pensar en su siguiente acostón.
Hace unos días, se acercó a mi una querida amiga de este medio y me dijo: me surgió un cliente, el me quiere pagar X cantidad por acompañarlo todo el día, una vez al mes; ¿Cuál es el problema>-pregunté. es que me cuesta trabajo pensar en que me va a pagar por 12 o 15 horas de compañía, y no por cada vez que me acueste con él; solo atiné a responder: Bueno, tal vez sea hora de que empieces a despertar tu espíritu de escort, y hagas lo que realmente sabes y debes hacer, una escort cobra por dar compañía, el sexo es un plus, y te olvides un poco de tu espíritu de puta
Reciban Cordial Saludo
S.S.
K9
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