AVISO: Una “agencia de publicidad” que sinceramente NO RECOMIENDO (reloaded) (No recomiendo)
*Nota: Este humilde mensaje NO trata sobre opiniones, solo pretende ser una advertencia para mis hermanos de vicio, aquél que quiera tomarla que la siga y el que no, pues qué escarmiente en su propia testuz...
Recuento de los hechos ocurridos en la “agencia de publicidad” (no se rÃan, asà se llama éste congal), es un tinglado cerca del metro Los Reyes en la calle Francisco Rayón No. 10. Conozco piojeros de todos los calibresÂ… ¡pero cómo éste, hay bien pocos (Y yo sé de lo que les hablo)!. ¡No!... ¡No!... ¡No!... una cosa es que uno sea un honesto [p]utero que le gusten las experiencias adrenérgicas y otra muy distinta es hacerse cortar el cuello por quejarse de un mal servicioÂ…
Pero vayamos por partes: Primero la admisión, para acceder al sitio pasas de una cortina de acero (sÃ, cómo las de los locales comerciales), al interior de la casa y sin comerlo ni beberlo, ¡zaz! asà de pronto cierran tras de ti con doble llave una pesada reja de herrerÃa y te encuentras dentro de un retén; poco más o menos me sentà dentro de una jaula de las del zoo, o lo que los conocedores denominan ni más ni menos estar “enchiquerado”… sin embargo procuré mantener mi espÃritu displicente y continué con la aventura. Una vez que traspuse la aduana me recibieron en una sala adaptada a modo de tinglado, me preguntaron si gustaba tomar algo y ante mi negativa se retiro el cervero a seguir con sus asuntos, por mi parte mientras tanto puse alerta ojos y oÃdos para observar y conocer todo lo que pudiese sobre el movimiento del local. Pude ver una variada colección de parroquianos, entre otros detalles que NO escaparon a mi observación, vi una pareja de “gorditos” de camisetas blancas y pantalones negros (¡Pero sà parecen gemelitos: Zanco-Panco!, jajajaja), me dije para mis adentros: “¡Éstos gallardos caballeros de seguro son un par de ejemplares miembros de nuestras fuerzas del orden público, y sólo se quitaron las casacas para entrar al congal!”, para más detalles estaban sentados cerca de la entrada de “las habitaciones” [Y aquà viene a cuento un largo paréntesis: Las alcobas (aunque más bien deberÃa decir las mazmorras) de la casa, son de un cutre que te cagas: sucias, malolientes y oscurasÂ… dejando de lado al mobiliario, a su delicada decoración y a la elegante zona residencial donde se localiza, continuemos con la anti-recomendaciónÂ…]. Pero siguiendo con mi recuento: ahora volteo para el lado del mostrador y veo además a tres “cuidadores” de las chicasÂ… y en las demás mesas: de “[p]uteros legales” sólo somos tres, y cuatro sà contamos el que entró a servicio. Y una vez más sigo pensando para mis adentros y haciendo cálculos: “¡Cinco proxenetas y solo tres-cuatro [p]uteros!, ¡Mal recuento, mal recuento, muy malo!”... “¡Aquà no hay para donde hacerse, ni para donde correr, aunque mis incautos camaradas [p]uteros tal parece que lo ignoran, pero en estos mismos momentos estamos completamente a su merced, asà que mucho cuidadito con lo que digas y con lo que hagas mientras permanezcas dentro de la trampa que es éste cubil!”…
Asà que NO hay que ser un genio para tomar la sabia desición que yo tomé: Obviamente decido poner pies en polvorosa, pero eso sÃ: siempre de manera sutil y elegante (ya se sabe qué las fieras “huelen” el miedo)Â… Sin embargo (y para mis males) en ese preciso momento sale un “estupendo ramillete de chicas” a presentarse (y por favor NO piensen que soy irónicoÂ… ustedes ya me conocen, jajajaja), sólo para mantener las apariencias y no darme mucho a notar escojo más por compromiso que por ganas, a una [p]utichica que usa lentes de aumento y con un “aire” de secretaria (recuerdo que en esos momentos pensé: “la menos jodida”), de las señoritas y me dice: “Pásale, ¿Ya sabes los costos>”, mientras le meto mano y trato de besarla le alcanzo a decir: “sÃ, son cien del servicio y cinco de la goma”, ella contraataca: “dame dinero”, yo le sigo tratando de meter mano y le doy un billete de doscientos, ella al ver mi billete me dice: “el servicio básico solo son quince minutos y NO puedes tocar”… y agrega: “¿Porqué no me pagas uno doble y te doy dos servicios>... yo le respondo: “está bien pero quiero te portes bien cachonda”… ella: “si pero falta dinero”… yo saco otro billete de cien y le propongo: “¡Me traes cambio, y si te portas bien te daré una propina!”… ella sale a pagar el servicio y al regresar su actitud era completamente otra, muy diferente en extremo frÃa y hosca, me dice: “ahora que terminemos, al salir te doy tu cambio”, le digo: “esta bien”… Prosigo con la narración: se quita el [p]utiatuendo yÂ… a todos aquellos que sean especialmente delicados de cuerpo o alma: Perdonen lo escabroso y escatológico del tema, pero sinceramente: ¡Qué espectáculo más lamentable!... Y luego también: ¡Qué pinche asco!... ¡DeberÃa haber una ley que prohibiera ejercer a ese tipo de ejemplares!... es qué simplemente ¡No encuentro las palabras adecuadas para poder describir esa piel de ese cuerpo!, porque a pesar de que esta [p]utichica es joven, peroÂ… ¿han visto una “changa vieja”>, ¿asà piel de “uva-pasa”>, pues asà ni mas ni menos: las tetas, la panza, el biscocho, todo con piel estriada y colgandera cómo de uva-pasaÂ… Y una vez más, mientras la bombeo pienso para mis adentros: “! Qué pinche esperpento de vieja te estas cogiendo!”… “¡Ahora sÃ, ya no te pueden platicar de nada”!... “¡Ahora sà tocaste fondo!”… “¡Ahora sÃ, te has cubierto de gloria!” (jajajajaja), ¡En fin! Con un billete de por medio (y en éste caso recuerden que ¡Fueron tres!), ¡No hay nada sobre la faz de la tierra que impida le saque el debido provecho a mà dinero!... Asà que cerré los ojos y ¡Pa'lante, qué: Soy de buen comer! (jajajaja)... y ustedes se pueden imaginar que toavÃa la muy hija de P ¡Se estaba poniendo difÃcil!... ¡NO querÃa que la tocase!... ¡Pero abrase visto: con el repeluz qué me estas dando hija de Mesalina!... ¡Yo mismo aún no sé cómo pude terminar y “venirme” en ese culo de uva-pasa!... Prosigo con la narración de los hechos: Terminado el primer acto me dice la uva-pasa: “si quieres tu segundo servicio, apúrate porque tu tiempo está corriendo”, para mà esa fue la gota que derramó el vaso. Solo atiné a decirle: “déjalo asÃ, mejor regrésame mi cambio”, me vestà y en el mostrador ella le dice al cervero: “dale cuarenta pesos de cambio” ¡Hija de la tingada!... francamente he conocido fulanas ladinas ¡Pero éstaÂ… ésta es única!... aún tuve ánimos de reclamar al encargado pero me dice el tipo que atiende el mostrador: “aquà no hay encargado”...
¡En fin!, más merezco pero con esto tuve suficiente: Me parece que es muy poco profesional, el timar a los clientes de esa forma vil y descarada. No es solo por el billete, es por toda la situación de sentirse engañado: y con las “fuerzas del orden público” a mis espaldas dispuestas a amonestar cualquier asomo de reclamación respaldadas valerosamente por el grupo de proxenetas, dispuestos a socorrer al dúo “Zanco-Panco” y para rematar enchiquerado en un lugar del que no sales si es que ellos no te lo permiten, y lo peor de todo: ¡Con todo el respetable público allà presente!...
PD: ¡En fin!... y ahora cambiando de frecuencia: en una próxima entrega les narraré el cómo programo y llevo a felÃz realización un tour cinegético: en donde, por aranceles verdaderamente irrisorios casi siempre he tenido servicios de verdadero sibarita.
¡Salute ab imo pectore!
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