Pies de mujeres (Para Afrodita) (General)
Hablando de fetiches, ahà va este texto -disculpas por lo extenso-, en especial para Afrodita:
No podÃa evitarlo. La atracción que sentÃa por los pies de las mujeres era muy intensa. Cualquier tipo de pies. En un principio, cuando descubrió este gusto, creÃa que sólo le gustaban los pies llenitos, los que tenÃan curvas bien marcadas y que, en primera instancia, parecÃan incluso regordetes. Después se dio cuenta de que le gustaban todo tipo de pies, incluso aquellos muy delgados, que incluÃan un dedo gordo enorme –desafortunadamente lo más común–, que resaltaba entre los demás.
Sus propios pies también le gustaban y, haciendo memoria, recordó los pies de su papá. Eran llenitos, pequeños, bien hechecitos. Siempre le habÃa llamado la atención la manera en que su papá se cortaba la uñas de los pies. Era como un pequeño rito. TenÃa un cortauñas muy fino y unas pequeñas tijeras: después de secarse los pies cuidadosamente, procedÃa a arreglarse las uñas de una manera muy meticulosa. Primero, cortaba de manera burda y luego seguÃa con los detalles finos, las esquinas, y, al final, limaba todas las uñas. No recuerda cuántas veces le tocó ver esto ni tampoco el momento en que empezó a cortarle las uñas de los pies a él, aunque sà recuerda lo cuidadosamente que lo hacÃa, como dije antes, de manera precisa y limpia, con sus manos pequeñas y regordetas, tal vez más adaptadas para su oficio, mecánico, aunque por su efectividad parecÃan las de un cirujano.
Una mujer, con la que vivió cerca de nueve años, se quejaba de que después de hacer el amor, ella se le acurrucaba y frotaba sus pies contra con los de él, y que esto no le gustaba del todo y ahora se pregunta: ¿por qué> Si tanto le gustaba esa mujer, si tanto le gustaban los pies de las mujeres, ¿cuál era la razón para sentirse incómodo> Tal vez era que después de hacer el amor, el frotamiento de los pies significaba una prolongación de la intimidad, cuando lo que él necesitaba en ese momento –por alguna razón– era alejarse, poner distancia. Esto lo reafirma al recordar que en otros momentos disfrutaba verdaderamente de esos frotamientos, asà como acariciarle los pies a esa mujer, por ejemplo cuando estaban sentados en el sillón viendo una pelÃcula.
También recuerda que en una ocasión en que llevó a su hija a casa de esa mujer –tendrÃa unos seis meses de haberse separado de ella–, ésta salió descalza a abrirles la puerta. Él se quedó petrificado, fascinado, mirándole los pies. Aunque tenÃa que hablar con ella de algunas cosas relacionadas con su hija, no pudo hacerlo; no podÃa apartar la vista de sus pies y tuvo que hacer un esfuerzo extraordinario para apartar la vista de ellos. Aparte de lo obvio: la fuerte atracción sexual que todavÃa sentÃa por esa mujer –y la probable coqueterÃa, seguramente inconsciente, de ella–, ahora piensa que esa visión de los pies representaba la familiaridad, una familiaridad ahora ya perdida con su exesposa y que, de alguna manera, lo remitÃa a su padre: al ambiente familiar.
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