Con cierta frecuencia hay foristas que piden recomendación de escorts en Brasil y, específicamente, en Sao Paulo. Una de las mejores estrategias para tener una cita con una brasileira de ensueño, es consultar GP Guia (Garota de Programa Guia). Vayan a gp-guia “punto” net. Es el mejor sitio para informarse. Además de posts con “test drives” bastantes objetivos por parte de los foristas, vienen publicidades de meganalgas que solo hay por allá. Una de las chicas con muchísimos “test drives” positivos es Rebeca Goya. Así que desde hace unos años la veo cada vez que la chamba me lleva por allá. Rebeca es una mujer muy bella. Es blanca, de estatura normal tirando a pequeña y de cabello entre castaño y pelirrojo. Es de cara linda con facciones finas y muy buen cuerpo. A destacar, sus tetas. Naturales, paraditas, ricas. Sus nalgas las podría calificar de “exquisitamente mordibles”. No tiene tatuajes ni silicones ni nada vulgar. Viste siempre apropiadamente, por lo que entra a los hoteles sin broncas y uno puede salir con ella a donde quiera.

En un reciente viaje a Sao Paulo decidí aprovechar la confianza que ya tenemos para tener un encuentro de toda la noche (de hecho, pasé dos noches completas con ella). Rebeca no solo me gusta como escort. Me fascina como mujer, en toda la extensión de la palabra, por su belleza, su conversación, su inteligencia, su elegancia y su buen corazón. Llegó a mi hotel y nos fuimos a cenar comida brasileira. Conversamos deliciosamente. Rebeca, como les decía, es una mujer inteligente y fina. Se interesa por muchas cosas. Así que el tiempo con ella se pasa volando. Nos quedamos horas charlando y, con la conversación, nos cepillamos dos botellas y media de vino. Así que en ese estado que ella llama “levemente embriagados” (que en México equivale a “ya pedos”), nos fuimos al hotel. Era un hotel de lujo, pues lo pagaba la chamba. Como Rebeca es una mujer fina, siempre va vestida apropiadamente. Además, su comportamiento es perfecto. Así que pasamos por recepción sin ningún problema (hasta nos saldaron cortésmente) y pasamos al cuarto sin bronca alguna.

Ya en el cuarto empezó el motivo de este post (pues no creo que la raza que esto lee se conforme con relatos de cenas y charlas). Nos abrazamos y nos besamos. Pocas escorts besan como Rebeca Goya. Ella maneja la “girl friend experience” como ninguna otra escort que haya yo conocido. Se me entregó por completo. Besos, abrazos, faje y, poco a poco, la ropa fue volando. Es la ventaja de la cita de toda la noche. El tiempo no es factor. La única preocupación es disfrutar. Ya encuerados, pasamos a la cama. Como les decía, había visto a Rebeca en ocasiones anteriores y nos hemos hecho amigos. Así que conozco su cuerpo bien. La besé por todos lados, con mucha ternura, como le gusta. Rebeca tiene un cuerpecito hermoso, realmente hermoso. Sus tetas son naturales y perfectas. Como es entre castaña y pelirroja, sus pezones son rosaditos y pequeñitos. Una delicia. Al contacto con mi lengua se fueron irguiendo mientras ella gemía. Sus nalguitas también son de ensueño y no pueden, ni deben, dejar de besarse. En esas estaba cuando ella se volteó y pidió lo suyo. Y pues a darle, que es mole de olla. Me sumí en esa rica puchita depilada a la brasileira, con un mechón redondeado de pelitos castaños-pelirrojos sumamente estético. Y ella, ya pedona, se dejó ir. Tras un buen rato en el río, me tocó a mi. Nos acomodamos y me la empezó a mamar. Pero era evidente que ella estaba ya excitadísima. Así que, jadeando, tomó el condón y lo abrió como pudo. En todo momento me dirigía miradas llanas de ternura y excitación, esa mezcla perfecta que es la especialidad de Rebeca Goya. Se tumbó en la cama y me pidió que la penetrara. Y, una vez adentro ¡Jesús de Veracruz! Yo bombeaba arriba de ella y ella se movía, no como licuadora, sino de lenta y finamente, haciendo que las paredes de su vagina acariciaran de manera riquísima a la cabeza de mi verga al entrar y salir. ¡Dios, Dios, Dios! De esos palos que lo vuelvan a uno hasta místico. Hasta la peda se me bajó. Intenté aguantar lo más posible en esa caverna de las delicias. Pero, tras un rato, pues los mecánicos pidieron salir a explorar el entorno. Y lo dejé salir, aullando de placer. ¡Puta, qué rico palo!

Terminamos jadeantes. Nos besamos y besamos abrazados en la cama, satisfechos ambos de haber brindado gran satisfacción al otro. Charlamos un poco más y luego, como que me ganaba el sueño. Entonces ella me la empezó a mamar otra vez. Besitos y lengüetadas en la punta seguidas de meterse la pistola en la boca. A veces hasta la empuñadura, pero otras solo hasta la mitad, moviendo su lengüita para estimular la cabeza. Así que ¿cuál sueño? Me cambié de posición para mamarle su puchita de nuevo, pero ella estaba ya humedísima. Así que tomó las riendas. Me acostó y me introdujo en ella. Esta vez ella arriba y yo abajo. Y otra vez a gozarla. Ella se movía a veces enérgica, otras calmadamente. En eso, la tomé fuertemente en mis brazos, la atraje hacia mi y, con una mano, apreté su cadera hacia la mía y comencé a bombear fuertemente para masajear su clítoris con la cabeza de mi fiel amiguito. Sentí sus jugos sobre mi al tiempo que gemía. Las paredes de su vagina se contrajeron apretando voluntariosamente a mi piscuilín. Y, con esa deliciosa fricción, pues pasó lo que tenía que pasar. Acabamos muertos de cansancio pero muy satisfechos. Así que nos besamos y nos dormimos.

Horas después, desperté con los primeros rayos del sol. La vi junto a mi. Estaba tan hermosa, con su cara de niña, con sus ojos cerrados con esas pestañas y cejas entre rojas y cafecitas que me gustan tanto. La besé con delicadeza. Ella, perezosamente, abrió los ojos, me sonrió y se volteó. Entendí el mensaje y comencé a besarle la espalda. Ella se arqueó y aproximó sus nalgas a mi. Colocó mi pito entre sus nalgas y comenzó a moverse. ¡Wow! Se me volvió a poner duro, pero duro duro. Se volvió a voltear, me sonrió y me dijo “bom dia”. Me acarició, me besó en la boca y dándome besitos se bajó hasta mi amiguito, que también fue besado con mucho cariño. Luego, con una sonrisa coqueta y murmurando solicitó “a sua lingua”. Y pues al río de nuevo. ¡Cómo no! Gozó un rato de mi lengua en sus pechos y puchita, y siguió el tercero de la noche. Fue un palo cariñoso. Muchos menos enérgico que el segundo, pero también muy disfrutable. Un palo en el que nos mantuvimos abrazados, besándonos continuamente. Con movimientos lentos, lentos, con los que la excitación fue subiendo poco a poco. Un palo que duró bastante, hasta que el inevitable desenlace llegó como en un adagio de concierto. Rebeca Goya tiene una enorme virtud. Su repertorio de actividades sexuales es amplísimo. No es, para nada, mecánica. Hace las cosas para disfrutar, y se asegura que uno también disfrute. Es alguien muy especial.

Salió el sol en pleno. Así que nos bañamos y nos fuimos a desayunar. Nuevamente charlamos de lo lindo. Es padre poder coger sin compromisos con alguien que ya se ha vuelto una amiga. Ese día, y el siguiente, tenía yo chamba. Así que ni modo. Pero, en la noche del segundo día estaba yo libre. Así que ella llegó al hotel como a las 18:00. Había un cocktail en el hotel para huéspedes, así que fuimos. Pudimos comer y beber de a grapa. Además, nos evitó tener que salir a cenar, con lo que llegamos al cuarto más temprano y pudimos dedicarle más tiempo al sexo. Esto fue muy bueno, pues yo tenía que salir a las 6:00 am para llegar al aeropuerto y volver a la Tierra de las Tunas y los Nopales. Así que, una vez más, algo cargaditos de vino, nos metimos a gozarnos mutuamente. Y lo digo en serio. Rebeca cobra, por supuesto. Es una profesional. Pero si la química se da, se deja ir para disfrutar ella también. Y eso potencia la experiencia de manera importante.

No voy a entrar en muchos detalles sobre la segunda noche, que esto ya se alargó. Pero sí les digo que, una vez desnudos, Rebeca se abalanzó sobre mi amiguito y le dio todo tipo de atenciones con su boca. Algo riquísimo. No me permitió incorporarme. Siguió y siguió mamando hasta que, entre estertores, le di lo que tenía que dar en su boquita. ¡Wow! Así mismo, esa noche probé su anito. No fue algo que yo pidiera, sino algo que a ella se le ocurrió. Estábamos cogiendo por vía vaginal con ella arriba y, de repente, se volteó, dijo algo que no entendí bien y, en “reverse cowgirl”, se metió mi pistola en su fundillito y ¡Ay Dios! Ni modo de protestar. ¡Apretadito, riquísimo! El último palo fue vaginal, nuevamente en onda novios, con mucha ternura. Entre palo y palo, charlamos, escuchamos música, ella me hizo oír músicos brasileiros que yo no conocía, y dormimos un poco. Despertamos muy temprano, pues había que irse, y siguió la inevitable despedida.

Rebeca, como les decía, se ha vuelto mi amiga. Nos tenemos mucho cariño. Esto vuelve al sexo algo aún más placentero, pues tratamos de darnos placer de manera intencionada y no solo como actividad mecánica y animal. Y esta niña, cuando se prende, hace que uno entienda porque las brasileiras tienen la fama que tienen. Definitivamente, de los mejores palos de mi historia de vida. Además, es una mujer muy bella. A mi me gusta mucho. Ahora, no vayan a malinterpretar este texto. Nada de enamoramientos o cosas por el estilo. Ambos sabemos muy bien de que se trata. Es una actividad profesional. Pero, si a la actividad profesional se le aúna una muy buena relación personal, pues es, como diría Luis Spota, Casi El Paraíso.

Nota: Rebeca maneja sesiones de dos horas mínimo. Y tiene razón, pues como su servicio es diferente, sin prisas, requiere de más tiempo. Costo por dos horas: 700 reais (entre 3,300 y 3,500 pesos). Para más tiempo, preguntar. La pueden contactar por juats al número + cincuenta y cinco once 98167 siete ocho treinta y cuatro. Otra opción es darle “Rebeca Goya Sao Paulo” al Gugl, para que salga su página del pájaro azul o su blog, donde vienen todos sus datos. Rebeca habla portugués. Pero es muy inteligente. Así que sabe usar los traductores electrónicos para atender a sus clientes y es muy hábil para comunicar. Estuvo un tiempo en Europa, donde aprendió a lidiar con extranjeros. Yo no tengo problemas para comunicarme con ella, pues sí le hago al portugués, que tuve que aprender para chambear por allá.

Pues ahí les dejo la info, para a quien se le ofrezca. Yo solo espero ir de nuevo a Sao Paulo, para volvérmela a ofrecer.