No soy versado en cuestiones de leyes pero entiendo que no todos los derechos son iguales, por supuesto. Hay derechos fundamentales que prevalecen sobre otros y el derecho a la vida es uno de ellos. Prevalece incluso sobre el derecho a la propiedad, por ejemplo. Si alguien amenaza mi propiedad, con todo, no puedo ir a matarlo, pues el derecho a la vida es superior. Los derechos pues, están jerarquizados, como sabe cualquier estudiante de derecho de primer semestre.
Lo otro que es un hecho es que fumar mata y mata no sólo al que fuma, sino al vecino que respira el humo del tabaco sin fumar. En ese sentido y, análogamente contigo, llevando ese argumento al extremo, tú defiendes el derecho del asesino, que exige no ser discriminado, ni excluido, ni restringido, por matar. Peor aún, defiendes el derecho del suicida que no quiere morir solo, lo que es más lamentable todavía. Sobre la premisa de que todos los derechos son iguales tienes razón; sobre esta, más acertada, de que mi derecho a la vida (y eso incluye respirar) es superior a tu derecho a suicidarte (a fumar) explica el porqué ustedes, los fumadores, son “discriminados”, si quieres llamarlo así. En conclusión, partes de una premisa falsa y no hay injusticia alguna. Decir que tu derecho a fumar termina donde empieza mi derecho a respirar es correcto, ahí termina. En otras palabras, y para rematar, no todos los derechos son universales ni infinitos, aunque invariablemente los exijamos así. Si lo piensas en abstracto, si todos los derechos fueran iguales, no habría derechos, como bien ejemplificas con la discusión entre comensales.
Por otra parte, los “Días mundiales de…” tienen sentido desde muchos puntos de vista. En este caso se trata de llamar la atención sobre un tema que es un problema de salud pública a nivel mundial en un momento específico (para resaltarlo sobre los miles de temas que ocupan a la humanidad en una acción concertada en la mayoría de países del mundo –lo que a su vez es uno de los logros de la sociedad global-), sobre la teoría –acertada en muchos sentidos, aunque no exenta de defectos, claro- de que es más barato invertir en campañas de difusión que en hospitales para atender a enfermos de enfisema o cáncer pulmonar. Lo mismo ocurre con el día mundial del sida, el de la mujer, el de la alimentación, el de la tierra, etcétera. Revolver días establecidos para fines comerciales (como el día de las madres) con otros cuyo fin es la difusión y concientización sobre problemas que nos afectan a todos es una perversión de temas inadecuado.
Colateralmente, estas campañas sirven para poner un coto al enorme poder de las empresas tabacaleras, sin el cual acumularían un poder económico y, por ende, político cada vez mayor, sin freno y sin control. Eso también está en el fondo de las leyes para restringir la venta del tabaco a menores de edad, no fumar en sitios públicos, etcétera, y no solo por temas relacionados con la salud. Lo cual es necesario en cualquier sociedad civilizada que quiere mantener el pacto social. Las leyes antimonopolios en todos los países tienen sentido por esa razón.
Añadiría otros elementos al respecto, pero eres demasiado brillante como para insistir en la defensa de lo indefendible.
Aprovecho también para desearte el mejor de los éxitos en esta nueva etapa de tu vida, tienes la capacidad y persistencia para conseguir lo que te propongas y, en efecto, tenemos que ver ese libro.

Un abrazo de Nadie.