Memorias de Lima III (General)
-Quiero mamártela en el jacuzzi. Que propuesta tan sabrosa. Me lo dijiste cuando en el elevador te comenté que la suite en la que dormirÃamos tenÃa hidromasaje y jacuzzi.
Me gusta besarte asÃ, acercarme a ti y que sientas mi respiración muy cerca de tu cuello y entonces, volteando levemente, plasmes tus labios carnosos en los mÃos y metas la lengua lentamente, mientras mi mano baja por tu espalda hasta llegar a la base de tu suculento trasero y con todos los dedos acariciar y estrujar la firme redondez de esas nalgas por las que gozo. Tocarte asà me pone rÃgido, detona mis mecanismos y la sangre es bombeada hasta casi reventar, para tener frente a ti esa erección casi dolorosa. –Papi es que me encanta que este tan dura, asà como tú la tienes, picha rica a mi tamaño.
Te estoy tomando frente al espejo, te miro con los ojos entrecerrados, mientras jadeamos, detrás de ti meto el pene completo y te inclinas abriendo más las piernas, casi te levanto y te apoyas en el muro cristalino para que la fuerza de la envestida sea máxima, giras la cadera a mi compás, estamos culeando como Dios manda, a todo lo que damos, sin pudores ni cortapisas. Sostengo esas nalgas que ahora me envuelven y te digo, voy a entrar por el culito.- No Papi, que me duele mucho, sigue asà ya voy a llegar. –Déjame Mi Lady, veras que rico. –No mi amor, sigue asÃ, más rápido. Bajas la cabeza, empiezas a gritar, suavemente y ahora con más fuerza. –Cójame rico, hágame suya, ya vengase mi amor, ya lo quiero. Te incrustas en mi sexo y sigo bombeándote, estas mojadÃsima, mis manos en tu cintura te aprisionan, acelero y me reclino para morderte el cuello y la oreja. Entro y salgo de ti, hasta que el roce mágico de tu vulva me regala otro orgasmo…
QUANTA recuerda Lima, recuerda…