Cazadores de Mitos: Camil... la última... (Cazadores de Mitos)
Inicio con la reflexión de que esta será mi última aportación en mucho tiempo a este foro. Por razones conocidas por quienes son mis amigos, me he alejado del ejercicio de esta actividad que tanto he disfrutado. Me alejo satisfecho del deber cumplido (“el sagrado deber del cazador”), con convicción de la fortaleza de los lazos que me unen a algunos de ustedes, y contento de haber conocido y convivido con tan apreciables caballeros.
PRESA: Camil, una rubia argentina, de rostro hermoso, maravillosas fotos (que le hacen justicia absoluta) y medidas promovidas de 95-60-90 (se me hace que el 95 y el 90 son medio engañosos –uno es más y el otro, menos-, pero no llevaba cinta métrica). Su anuncio invita a disfrutar de un “servicio escort de alto nivel”, sin más descripción, por lo que deja a nosotros descubrirla. Lo hice, y el resultado puedo decir, con gusto, fue satisfactorio… muy satisfactorio.
Asà las cosas, comenzaré por contarles que llamé a Camil alrededor del medio dÃa del lunes (con otro nick). Con un acento argentino dulce, amable y muy profesional, me indicó que su servicio es de lo mejor: caricias, mimos, besos, pero que nada de sexo anal, por una tarifa de $2,500.00 por una hora de servicio; que le llamara media hora antes del encuentro y que ella me indicarÃa su ubicación para convenir el lugar de la cita.
El martes le llamé a las 5:00 y me indicó que estaba terminando un compromiso personal (ya lo imagino) y que no lograrÃa llegar sino hasta dentro de una hora, que por favor me instalara en conocido hotel de la Avenida Revolución y que ella me llamarÃa. Asà lo hice.
Llegué al lugar de la cita a las 5:40, pedà mi habitación y me instalé ansioso por descubrir si esta mujer era tan hermosa y bien formada como indican sus fotos. Entré al baño, me di un baño torero (de orejas y rabo) para refrescar lo necesario, y esperé viendo televisión poco más de 25 minutos. A las 6:07 sonó mi celular. Era ella, para preguntarme el número de la habitación e indicarme que estarÃa conmigo en unos 10 o 15 minutos…. La espera fue de 24 minutos más, pues a las 6:31 sonó el teléfono de la habitación. Después de cerciorarnos de que estábamos en el lugar correcto, subió y tocó a la puerta 5 minutos más tarde.
Abro la puerta y me topé con una mujer guapÃsima, de poco más de un metro setenta más tacones (con lo que mi figura de hidalgo luchador de molinos se tornó en escudero parlanchÃn), un top blanco ceñido y pantalones de mezclilla…. Para entonces, ya habÃa retirado la colcha (quién sabe que ocurre sobre ella) y, asÃ, después de ofrecerle algo de beber (aceptó el agua embotellada) nos sentamos frente a frente a componer el mundo a palabrazos y conocernos un poquito mejor…
Después de unos cinco o diez minutos de una charla amable y sonriente (con el consecuente ligero intercambio de caricias), me dijo que querÃa ponerse un poco más cómoda para nosotros, se levantó, volteó la cara y, antes de que pudiera preguntarme por su dinero, apunté a un sobre que habÃa colocado sobre el buró, junto al teléfono, en el que introduje el arancel pactado. Sonrió, tomó el sobre y se dirigió al baño…
Su regreso del baño, fue toda una visión: el top habÃa desaparecido junto con los pantalones de mezclilla. Debe haber tardado unos 5 segundos en llegar a la cama, donde yo me habÃa recostado a esperarla, pero a mà me parecieron como 5 minutos porque la veÃa en “cámara lenta”… Empezamos a acariciarnos tiernamente: besitos por todos lados… mis manos exploraban todo su cuerpo por encima de la ropa interior y, asÃ, poco a poco, entre ella y yo, fuimos eliminando, primero, mi ropa y, después, la de ella…
Suavemente comenzó a estimularme con sus manos, hasta que estaba a punto de estallar… Con la mayor pericia del mundo, colocó sobre mi pene un condón y lentamente comenzó un concierto de
trompeta a ritmo de blues (lento, completo, melancólico y pausado) que nuevamente estuvo a punto de hacerme enloquecer…. Sabiendo que me quedaba poco aguante, solicité acomodarnos de manera que ella me montara… Sucedieron movimientos rÃtmicos y cadenciosos que terminaron en un torbellino de gemidos y, finalmente, en mi estrepitosa explosión.
Terminado el desempeño sexual, siguió la conversación unos cinco o diez minutos más, antes de que se levantara, vistiera, regresara a darme un besito tierno y se despidiera con un “me llamás otra vez, ¿sÃ>” SonreÃ, asentà y partió por la puerta una de la mujeres más hermosas a quien haya yo tenido el placer de conocer.
Mis calificaciones:
Existe o no: SÃ
Disponibilidad: Tiene dos números, por lo que es fácil localizar. Contesta rápido y de manera muy amable y profesional. Parece que su trato es de “pues, mira, la cosa, es…”, pero el resultado de llamarle es extremadamente satisfactorio.
Puntualidad: 8 (uno sabe que esperará hasta media hora y eso fue lo que esperé, aunque no fue puntual)
Rostro: 9 (guapa)
Cuerpo: 9 (le falta un poquitito de pompa, pero nada grave)
Tiempo: 9 (estuvimos 55 minutos)
Costo/beneficio: 10 ($2,500 sin lÃmites –habrá quien resista más que yo y, por ende, discrepe-)
Oral: 10 (de primer nivel)
Relación: 9 (bastante bien)
Trato: 9 (a veces parece distante, pero corrige y vuelve a hacerte sentir que te hace caso)
Gracias, Camil, por tan buen recuerdo.
Gracias a todos ustedes por permitirme ser su amigo y cófrade.
¡Hasta siempre!